Narcisos 2.0


Adolescentes Autoenamorados


Poses destacando escotes, enfoques que realcen la silueta, poleras que dejan al descubierto el abdomen y miradas provocadoras, entre otras cosas, es lo que muchos adolescentes muestran en diferentes redes sociales mediante fotografías. Qué es lo que buscan y qué es lo que finalmente pueden encontrar es lo que intentamos abordar en este reportaje.

Por M. Richmond y C. González

“¡Oooo, ke estai rika, te violaría! (sic)
“Con esas grandes razones deberías ser la más linda de fotolog”
¡Mijita rikaaaaaaa! Agrégame (sic)

Estos son los comentarios más sutiles que recibe casi a diario Natalia en su Facebook, a propósito de las fotografías que publica y donde se le puede ver, la mayoría de las veces, sola y en sugerentes poses. En particular, en la imagen por la que recibe los mentados comentarios, Natalia aparece con una polera blanca, de generoso escote, frente a un espejo, mirando coquetamente al lente de su cámara.
Natalia es sólo uno de los ejemplos de adolescentes que utilizan los medios sociales como Facebook y Fotolog, para exhibir sus fotografías en poses dignas de modelos publicitarios o, en el peor de los casos, de conejitas(os) Playboy. No es casual que en respuesta a este fenómeno, en 2009, se exhibiera un comercial en que el tenista nacional, Fernándo González, advertía a los jóvenes que “una vez que posteas tu foto en internet, no puedes arrepentirte, se queda ahí para siempre.”

El hecho de incluir cámara fotográfica en los celulares masificó la práctica de sacar fotos en cualquier momento y lugar. También ayudan las ofertas y combos promocionales que incluyen cámaras fotográficas; paralelamente, las redes virtuales hacen posible compartir estas imágenes con los amigos, los no tanto y también los desconocidos. Muchos jóvenes que “suben” sus fotografías no consideran este último grupo que puede no tener las mejores intenciones al mirar sus imágenes.

Natalia al menos lo ve como algo normal. A ella le encantaría ser modelo –de hecho, entre sus amigos en Facebook incluye varias agencias y productoras-. Otra posibilidad que baraja, es salir en televisión, en programas como Yingo o Calle 7. “Mira, ésta foto me gusta porque por la luz hace que me vea más pechugona, y flaca, como las tipas de la tele”, comenta Natalia enamorada de su imagen.
Natalia tiene dieciséis años, ha repetido dos veces primero medio y no tiene pretensiones de entrar a la universidad. “No me gusta estudiar, lo que sí me gusta es bailar. Quiero ser bailarina”, comenta la joven que, de seguro, no se le pasa ni un segundo por la mente el Teatro Municipal ni el ballet clásico.

Otro caso son los pokemones, tribu urbana, made in Chile, que hizo su aparición hace aproximadamente 2 años. Se caracterizan por sus peinados muy producidos y chasquillas alisadas que caen cual catarata sobre sus ojos cubriéndolos casi en su totalidad. Usan mucho piercing, les gusta poncear en el carrete y, a la mayoría no les gusta estudiar. Son seres humanos que prácticamente “flotan” en el magma social.

En lo que sí ocupan gran parte de su tiempo cuando no carretean o escuchan música, es en sus Fotolog. Todos los días suben al menos una foto para mantenerlo actualizado porque la idea es acceder al Fotolog Gold Camera que obtienen pagando o inscribiéndose en listas vip que mantienen un conteo de las visitas y los post que llevan. Al llegar a un cierto número son premiados con una cuenta Gold.

La ansiada Gold Camera les permite, entre otras cosas, subir más fotos, recibir más comentarios y postear cuando quieran en otros fotologs. Para lograr esta cuenta saben que tienen que promocionarse y tener páginas llamativas, lo que consiguen a través de sus fotos. En éstas, se muestran en poses éroticas, exhibiendo grandes escotes o faldas cortas. Todas muestran posturas similares a las que se ven en afiches publicitarios. Estos jóvenes de seguro querrían ser ellos los que se lucen ahí.

Narcisos contemporáneos

Según Álvaro Covarrubias, psicoanalista e integrante del equipo multidisciplinario de la Secretaría de Educación Pública (SEP), lo que mueve al adolescente a exhibirse es “su deseo de reencontrar la perfección narcisista, el reconocimiento de la incompletitud edípica. En psicoanálisis hablamos de narcisismo primario y secundario para distinguir las relaciones objetuales, sexuales, afectivas y finalmente, la exposición, la sobreexposición y el pudor, todo en relación a los costos para la personalidad.

El tema del narcicismo nos plantea con qué y quién se relaciona un ser humano. Inicialmente, para Freud el niño se relaciona consigo mismo en una relación anobjetal, propia del narcicismo primario. El narcicismo secundario es la posibilidad de volver hacia nosotros mismos a partir de relaciones con otros, donde ya no es posible quedar atrapados en nuestra mismidad sino que somos capaces de irnos relacionando con otros y con su existencia simbólica e imaginaria.
En la adolescencia esto es un tema complejo. La existencia de la otredad es una existencia imaginaria. No se tiene claro qué se ama, ni qué se pretende. Es un logro posterior, en la adultez, cuando las relaciones se completan en objetos totales, a medida que el Yo fragmentado va juntando los pedazos. En la adolescencia, se busca incesantemente ser amado, explorado, conocido y valorado. Eso es lo que se busca con la sobreexposición y con la exhibición.”

También influye en este comportamiento la publicidad y el imaginario colectivo orientado al consumo y la economía capitalista donde la publicidad y la fotografía publicitaria logran tal impacto que terminan por ejercer una importante influencia cultural, determinando, en gran medida, lo que anhelamos y queremos en la vida. Más impacto aun tiene en personas que se están formando, definiendo su carácter y sentido de la vida. Los adolescentes son el nicho favorito de los publicistas por esto mismo, porque son un blanco fácil de interceptar.

Las imágenes que rodean a los adolescentes se transforman en su modelo de existencia. Los jóvenes quieren divertirse, la publicidad les dice cómo; si quieren ser exitosos, ahí también está la propaganda para aleccionarlos. Pero no es cualquier lección, es aquella que sólo acepta el consumo como principal actividad y el mercado como hábitat para desarrollarlo.

Cuando publican fotografías imitando las poses y formas publicitarias, sólo están insertándose en el medio que se les ha ofrecido y lo único que buscan es sentirse admirados, deseados y aceptados pero, según el psicoanalista, las consecuencias son nefastas en algunos casos.
“De partida, la pérdida del pudor y de la imagen pública. Ganamos popularidad pero perdemos respeto por nuestro cuerpo y nuestra intimidad. Y luego, a medida que nos damos cuenta de lo que pusimos en juego, cuando vamos valorando nuestro cuerpo y nuestra intimidad, nos vamos armando como un yo más entero y vamos horrorizándonos frente a lo que hemos hecho. Nos volvemos conscientes, en el mejor de los casos. Experimentamos lo que vivió San Agustín cuando escribe sus Confesiones.

Quiero ser muy claro en esto: si creyera profundamente que somos más que un cuerpo o un pedazo de carne y que nuestra alma es inmortal y divina, entonces nada de esto tendría sentido. Pero para mí lo tiene, y te lo confieso, me parece demasiado importante recalcar que no es un tema de pontificar ni de juzgar, sino de amar y de descubrir el amor, de armarlo como un todo complejo e indisoluble. De encontrarnos en la posibilidad de otro u otra e ir armando una vinculación que nos reubique en la cadena de quiénes somos y para qué estamos acá.

Quisiera vivir en un mundo donde todo esto no fuese tan difícil, donde el adolescente no estuviera tan solo y tan perdido. Donde pudiéramos darles un espacio de mayor contención, de más caridad y esperanza, para que cada uno se reencuentre en su fragmentación y no necesite exhibirse para ser querido u aceptado. Yo prefiero creer que en este mundo las niñas pueden ser princesas y habrá una figura masculina o femenina que les potencie y les refuerce la inocencia y la delicadeza, el aprecio hacia su cuerpo y su pudor, el derecho a ser amadas y respetadas y no violentadas hacia una sexualidad temprana.
Es lo que creo, es lo que he ido desarrollando en mi vida y en mi práctica como profesional. Y lo creo profundamente porque veo niños y niñas hacerse pedazos la vida porque se meten en un tema complejísimo antes de tiempo, porque lo toman con liviandad, porque se arriesgan y se exponen y se pierden el respeto y el amor a sí mismos. Lo peor, es que llega el día en que alguien los ve con ojos de eternidad y lo que ven reflejado en esos ojos no les gusta, les da vergüenza y se sienten profundamente adoloridos. Y es ahí donde yo tengo que trabajar, actuar y recuperar la fe en sí mismos. Preferiría no hacer ese trabajo”, sentencia Covarrubias.





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